El síndrome de West (SW) o síndrome de los espasmos infantiles
es una encefalopatía (alteración cerebral) epiléptica de la infancia, grave y
poco frecuente, que debe su nombre a William James West (1793-1848), médico
inglés que describió por primera vez el cuadro (presente en su propio hijo) en un
artículo publicado por The Lancet en 1841. Se caracteriza típicamente por tres
hallazgos: espasmos epilépticos, retraso del desarrollo psicomotor y
electroencefalograma con un trazado característico de hipsarritmia, aunque uno
de los tres puede no aparecer.
Los niños
con SW suelen manifestar la enfermedad entre los 3 y 6 meses de edad, aunque en
ocasiones esto ocurre hasta los dos años.
El SW siempre genera algún grado de retraso global en el desarrollo infantil y,
a pesar de que el conocimiento sobre él ha mejorado considerablemente, todavía
hay casos en los que no se diagnostica a tiempo, ante todo cuando los síntomas
son leves (las convulsiones se pueden confundir con cólicos o dolor abdominal)
o debido a la falta de experiencia por parte del pediatra. El grupo de trabajo para la Clasificación y Terminología de la Liga
Internacional contra la Epilepsia (ILAE) clasifica al SW, según su etiología,
en sintomático y criptogénico. Se denomina SW sintomático al cuadro debido a una o varias lesiones
estructurales cerebrales identificables, mientras que se reserva el término criptogénico para los casos en los que se supone
dicha lesión pero no se consigue evidenciar o localizar.
La ILAE
no admite la existencia de casos idiopáticos (sin causa, y por lo tanto, sin
lesión estructural), aunque varios autores han publicado algún caso que
incluyen en esta categoría.
El SW sintomático es el más frecuente, ya que la medicina moderna consigue
encontrar en muchos casos la lesión estructural causante del cuadro. Las causas pueden ser
prenatales (las más frecuentes), perinatales o postnatales. Otra clasificación
muy empleada es la que habla de síndrome de West primario (el que aparece antes
de los 3 primeros meses de vida), secundario (a partir de los 7-8 meses) y
tardío (a partir de los dos años,
siendo el primero de mejor pronóstico.
Sus causas:
**Prenatales
*La más
frecuente (30%) es la displasia cerebral. Dentro de esta categoría se incluyen la esclerosis tuberosa, la
neurofibromatosis, el síndrome de Sturge-Weber o la microcefalia congénita.
También se relaciona con el síndrome del nevus lineal sebáceo, la
hemangiomatosis neonatal, el síndrome de Aicardi, la holoprosencefalia o la
esquizencefalia.
*Algunos
trastornos cromosómicos también pueden ser causa prenatal del SW: El síndrome
de Down, síndrome de Miller-Dieker, la duplicación del brazo corto del
cromosoma 18
o la del 15.
*Infecciones
como el citomegalovirus, herpes simple, rubéola, sífilis o toxoplasmosis,
cuando afectan al feto pueden ser causa de SW.
*Trastornos
metabólicos: fenilcetonuria, hiperglucemia, hiperornitinemia, síndrome de
Leigh, deficiencia de piruvato-carboxilasa, deficiencia de piruvato
deshidrogenasa, enfermedad de Krabbe, adrenoleucodistrofia neonatal,
leucodistrofia leucocromática, encefalopatía por glicina o deficiencia de
biotinidasa.
*Síndromes
congénitos: Síndrome de Sjögren, síndrome de Smith-Lemli-Optiz o la enfermedad
de Fahr.
*La
hipoxia o la isquemia de causa prenatal (poroencefalia, hidranencefalia,
leucomalacia periventricular…) son causantes, en ocasiones de la aparición del
síndrome.
**Perinatales
*Se
definen como causas perinatales aquellas que tienen lugar entre la semana 38
del embarazo y la primera semana de vida tras el nacimiento. Se incluyen aquí
la necrosis neural, el status marmoratus, la leucomalacia periventricular, la
poroencefalia, o la encefalomalacia multiquística.
**Postnatales
*Infecciones:
meningitis bacteriana, absceso cerebral, meningoencefalitis vírica
(sarampión, varicela,herpes simple, enterovirus, adenovirus,
citomegalovirus o virus de Epstein-Barr).
*Hemorragias
o traumatismos con consecuencia de hemorragia subdural o subaracnoidea.
Cuadro clínico
*Espasmos epilépticos
Son
contracciones bruscas, bilaterales y normalmente simétricas de la musculatura
del cuello, tronco y extremidades, que se suelen acompañar de pérdida de conciencia. Pueden ser
espasmos en flexión (cabeceo o encogimiento de hombros), en extensión
(opistótonos), o mixtos.8 Pueden aparecer diferentes tipos de espasmo en el
mismo paciente o durante una crisis, aunque en general se consideran de peor
pronóstico las crisis en las que predominan los espasmos asimétricos. Los
espasmos rara vez se presentan aislados: suelen ocurrir en salvas (típicamente
al despertarse, o antes de dormirse) y son muy poco frecuentes durante el
sueño. A veces los espasmos se acompañan de síntomas vasovagales (sudoración,
enrojecimiento facial, midriasis, …) Se consideran “gatillos” o desencadenantes
de una salva, el hambre, la excitación, una temperatura elevada o estímulos
táctiles o sonoros.
*Retraso psicomotor
Es común,
incluso antes de la aparición de los espasmos, la detección de un grado
variable de retraso psicomotor. Se evidencia, a edades tan tempranas, con
signos como la pérdida de capacidad de seguimiento visual, disminución el reflejo de
prensión, hipotonía muscular, hemiplejía (alteración simétrica de la movilidad
en dos extremidades) o tetraplejía (en cuatro).
*Alteraciones del EEG
Los
hallazgos electroencefalográficos más específicos del SW son el enlentecimiento
y la desorganización de la actividad eléctrica cerebral, en forma de trazado
caótico con mezcla de puntas y ondas lentas independientes. A este patrón
característico se le denomina hipsarritmia.
Tratamiento
Los
protocolos para el manejo de la enfermedad proponen un plan
terapéutico-farmacológico con tres líneas de elección, que se indican según las características del paciente y su respuesta a los
fármacos.
*La
hormona adrenocorticotropa y el ácido valproico son medicamentos de primera
línea.
*La
vigabatrina es un fármaco de segunda línea (o de primera línea en casos de
esclerosis tuberosa y enfermedades metabólicas).
*Los
fármacos de tercera línea son usados si persisten los espasmos: benzodiacepinas
como el nitrazepam o el clonazepam (que no son muy utilizadas por los efectos
adversos), el topiramato y la lamotrigina.
Si no hay
respuesta al tratamiento farmacológico o se encuentra contraindicado, existe la
posibilidad de un abordaje quirúrgico para extirpar la zona de lesión cerebral.
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